Releyendo
en estos días una revista del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo
(CPAU)[1],
se publicó una reseña sobre la charla dada por el arquitecto José Merino de
Cáceres, catedrático y emérito de la Universidad de Madrid, en el Curso de
Conservación del Patrimonio Arquitectónico, CCPA 2013.
En
el se refiere al elginismo como un
término más abarcativo que el de expolio en relación a la destrucción del patrimonio, entendiendo
a este como la incautación, saqueo o
venta con afán de lucro de bienes, cualquiera sea su tipo, por parte de
arqueólogos, coleccionistas, turistas, etc.
Según
Merino de Cáceres el adjetivo “elginism” había sido utilizado por Lord Byron como
una crítica a la actuación del conde de Elgin por el traslado a Inglaterra de
los mármoles del Partenón y de otros edificios de Atenas.
“El elginismo es la versión más sutil y
sofisticada del expolio artístico, la más interesada y la más engañosamente
justificada; enmascarado como “ vindicable actividad cultural” en su trasfondo
subyace un desprecio por la memoria histórica de los pueblos y una ambición por
apropiarse de un pasado cultural ajeno y superior al propio, prevaleciendo por
encima de todo un interés crematístico.”
Así,
continúa el arquitecto Merino de Cáceres,”por
elginismo definimos las operaciones, generalmente clandestinas y con fuertes
intereses económicos de por medio, de desmembrado o destrucción de edificios
históricos, con traslado de sus piezas, a fin de saciar las ambiciones
artísticas de personajes acaudalados, coleccionistas o museos”
Quizás
ninguna de estas definiciones encuadre perfectamente a lo que ha sucedido, a
través del tiempo, con la destrucción del Hotel Boulevard Atlántico de Mar del
Sud.
Estudiosos
contemporáneos han publicado una nueva definición, que se acerca más a los
sucesos acontecidos en Mar del Sud, calificando a estos hechos con una nueva
denominación: gambismo.
El
adjetivo gambismo es un término que deriva de la figura de Sir Edward Gambing,
inglés, propietario del castillo de Southlansee al sud este de Londres.
Sir
Edward vivía en su antigua propiedad considerada como uno de los mayores
testimonios en pie de la arquitectura de origen normando. Personaje de la
comarca, su mímesis con el edificio era tan notable que convertía al edificio
en una prolongación de su propia personalidad.
“ I don’t own the castle, I’m part of it”[2]
Cada
día el edificio iba decayendo un poco más, décadas de abandono iban destruyendo
poco a poco el edificio sin que Sir Edward aceptara ayuda alguna que permitiese
rescatarlo. En el fondo no quería que fuese rescatado, quería ver
reflejado en su decadencia el recuerdo del esplendor de antaño, que
singularmente era un recuerdo sesgado de la historia decadente del edificio. Sir
Edward siempre ponía alguna traba que impedía su rescate, el quería
permanecer allí, en su lugar, donde era respetado, donde su figura inspiraba
los más increíbles cuentos y
publicaciones que inclusive habían llegado hasta Londres a partir de las
representaciones de juglares trashumantes
que recorrían el reino contando sus delirantes historias.
Para
sobrevivir, vendía las partes de su castillo, poco a poco, de acuerdo a sus necesidades
pero nunca grandes cantidades. Pizarras, pisos, ventanas, persianas, todo era
vendible y objeto de cambio.
La
única vez que claudicó fue ante una propuesta más estrafalaria que su propia
vida, era coherente con su sentir y de ahí su
aceptación consciente de que esta no sería una propuesta más. Comenzó a
desmantelar sectores enteros del castillo que no formaban parte del proyecto
vendiendo sus partes por unas pocas libras. Pero el proyecto fracasó, del
castillo quedó una cáscara vacía carente de significado que le permitirá a John
Ruskin, unos siglos después, enunciar sus postulados sobre la condición de
ruina de un edificio y la aceptación de la muerte digna del monumento.[3]
Hoy en día
definimos al gambismo como el hecho de apropiarse de un bien patrimonial, legal
o ilegalmente, ejerciendo conductas personalistas que impiden el rescate del
bien patrimonial. Este tipo de escuela
ejerce conductas mitómanas que tratan por todos los medios de acrecentar
el culto a la personalidad del poseedor del bien en detrimento de la del propio
edificio, no distinguiéndose quién es más importante si este o aquel. Esto
lleva indefectiblemente a la ruina, a la decadencia y a la pérdida del bien patrimonial
a partir de la destrucción y venta de sus partes como un modo de solventar la
vida del poseedor del bien.
Escritos
medievales, rastreados por investigadores decimonónicos, ilustran el
pensamiento de Sir Edward, quien llegará a afirmar: “but if the castle sink i will sink with it”[4]
Del
edificio, mucho costó su recuperación, era tanto el destrozo generado por Sir
Edward que casi nada quedaba de el. Pudo ser rescatado, no como se hubiese
querido, y hoy funciona como un albergue de pueblo. Mucho se perdió y hasta los
arqueólogos creen encontrar, y salvando las distancias, huellas en común con Heinrich
Schliemann, el famoso arqueólogo alemán, quien no dudó, al excavar buscando la
Troya de Homero, en destruir los distintos estratos de ocupación que
antecedieron a los de la ciudad con la enorme pérdida que esto significó para
la humanidad.
Quizás, y eso dicen algunos,esto no sea más que una exageración, pero no tanto como el daño que Sir Edward hizo a través de los años a su bello castillo.
Quizás, y eso dicen algunos,esto no sea más que una exageración, pero no tanto como el daño que Sir Edward hizo a través de los años a su bello castillo.
[1]
Notas CPAU. Nº24. Diciembre de 2013.La Aventura Moderna.1913.
[2]
Folium XII. Sextilis XVIII/MMXIII .El “castillo” no me pertenece, sino que yo
pertenezco al “castillo”.Trad. Grigereae.
[3]
Las ideas de John Ruskin (1819-1900) planteaban que los monumentos debían ser intervenidos minimamente.
Antes que restaurar era preferible dejar la obra como está. Sus ideas se engloban
dentro de lo que se conoce como la Restauración romántica, entendiendo la
interacción con el monumento como de manera contemplativa.
[4]
Nationae. Ianuarios. XX1/ MMVII.”Pero si el “castillo”se hunde, yo me hundo con
el”.Trad. Grigereae
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