Introducción.
A principios de 2012 lenta y sigilosamente fue desguazado el contrafrente del Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud. Puertas, ventanas, postigones, celosías, tirantes, rejas, pinotea, todo fue preparado para su venta.
Monumento
Histórico Municipal desde el año 1988 y protegido por ordenanzas municipales,
el Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud es el mayor bien patrimonial del
Partido de General Alvarado y uno de los últimos exponentes en pie de la
arquitectura hotelera para los centros de veraneo de fines del siglo XIX en
nuestro país.
Construido
por el Banco Constructor de La Plata a partir de mediados de 1889 hacia 1891
estaba en su mayor parte concluido. Recién será inaugurado en la década de 1910
y se mantendrá en funciones por más de 70 años. En la década del 90’ será
clausurado y usurpado y posteriormente restituido a su “propietario”.
Si bien el
estado de edificio era malo aún mantenía sus características proyectuales
intactas que mostraban claramente sus lineamientos arquitectónicos propios de
la arquitectura academicista. Su planta en peine con un fuerte eje de simetría,
la ubicación de su núcleo circulatorio sobre ese mismo eje, alas de
habitaciones enmarcando sus patios, sanitarios en sus extremos, la
jerarquización de la construcción con elementos propios de otras latitudes como
la mansarda y las lucarnas, relaciones proporcionales entre partes, el énfasis
en el valor de la fachada, etc.
Hacia el año
2012 se podían observar muchos de sus materiales originales de enorme valor
patrimonial: fallebas francesas, pisos de pinotea, su mansarda de pizarra,
pisos de mosaicos calcáreos, baldosas Pierre Maurel de Marsella, las barandas
bellamente ornamentadas de sus patios, sus lucarnas, su imponente escalera de
madera, elementos todos de una gran belleza artística.
Desgraciadamente, los enormes problemas legales relacionados con el dominio del inmueble, su usurpación, el poco interés demostrado por los distintos gobiernos municipales y la simbiosis existente entre su poseedor y el edificio, han sumido al hotel en una carga, tanto para su poseedor como para el municipio, de allí la importancia que para ambos pudiese tener la aparición de un inversionista que pudiera dar una solución al problema del edificio.
Archivo P. Grigera |
Archivo P. Grigera |
Archivo P.Grigera. |
Archivo P. Grigera |
Archivo P.Grigera. |
Archivo P.Grigera. |
Desgraciadamente, los enormes problemas legales relacionados con el dominio del inmueble, su usurpación, el poco interés demostrado por los distintos gobiernos municipales y la simbiosis existente entre su poseedor y el edificio, han sumido al hotel en una carga, tanto para su poseedor como para el municipio, de allí la importancia que para ambos pudiese tener la aparición de un inversionista que pudiera dar una solución al problema del edificio.
La
singularidad del desguace, iniciado a principios del 2012, concentrado
exclusivamente en el contrafrente del edifico y en especial en las galerías de
sus patios, recordando la importancia patrimonial de estos al ser el lugar
donde desde siempre se desarrollaba la vida social del hotel, presagiaba lo
peor.
Unos meses
más tarde era presentado ante el intendente municipal y autoridades un proyecto
de puesta en valor por parte de un grupo inversor que casualmente descartaba
ese sector del edificio al demoler también el ala central de habitaciones y
colocando allí una pileta.
El proyecto
no sólo proponía la puesta en valor del edificio histórico sino también incluía
la construcción dentro de la manzana del hotel de un museo y de un conjunto de
viviendas. Este será avalado por las autoridades municipales pese a los
problemas de dominio y a lo desconocido del grupo inversor. La apuesta del
gobierno era arriesgada pero esperanzada en dar vuelta la página del histórico
deterioro del edificio.
Los meses
siguientes mostrarán al grupo inversor publicitando sus reuniones con
autoridades nacionales, provinciales y municipales buscando los apoyos
necesarios, los cual eran publicitados profusamente en páginas web creadas al
efecto como así también en medios locales y nacionales de comunicación que se
harán eco del importante proyecto.
En agosto de
2013 se dio inicio a las obras de puesta en valor de la fachada principal, a cargo
de una empresa subcontratista de obra que llegará por primera vez a Mar del Sud
en junio del mismo año, con un permiso provisorio de obra expedido por la
municipalidad, y concentrado en la fachada principal del edificio, la cual se
esperaba inaugurar llegada la temporada estival.
Lo confuso
del dominio del edificio impedía al grupo inversor tener la propiedad del bien,
pese a los intentos por regularizar la situación levantando las hipotecas y
embargos que el bien poseía. El grupo inversor había sumado como socio al
“propietario” y creado un fideicomiso para la realización del conjunto de
viviendas, por lo que por esos tiempos el propietario del bien era el
fideicomiso. Al no haber un propietario claro, el municipio dará un permiso
provisorio para realizar las tareas urgido por un lado, por mejorar su imagen
dañada por la debacle del 2012 que inclusive
había llegado a los medios nacionales, y por otro, convencido de la
necesidad de no perder la posibilidad de hacer algo por el gigante de Mar del
Sud.
A fines de
octubre de ese año, es decir a tres meses de iniciadas las obras, desaparece el
grupo inversor acusado de estafa y quedando a cargo de las mismas los subcontratistas
de la obra quienes, carentes de formación profesional y matriculación alguna,
lograrán también el aval municipal para continuar con las tareas que ya se
habían cobrado como víctima al contrafrente desguazado del edificio.
La
irrupción de los nuevos responsables fue recibida con beneplácito por la
sociedad de Mar del Sud que se sintió estafada por las promesas del grupo
inversor y que vieron en estos la posibilidad de continuar el proyecto costeado
por un “misterioso y nuevo inversor”, que aparecido de la nada se hizo cargo del
aporte económico de las obras.
Si bien la
empresa subcontratista carecía de responsables profesionales, sus integrantes
eran artesanos con oficio en el arte de la restauración y hechura de piezas
escultóricas, pero sus conocimientos acerca de cómo intervenir un edificio de
estas características eran nulos. Es imposible realizar un proyecto de intervención profesional en
tan poco tiempo, recordando que llegada de estos artesanos a Mar del Sud para
conocer el edificio fue en junio de 2013 y se iniciaron las obras en agosto del
mismo año.
Era obvio
que las mismas carecerían de estudios preliminares que permitiesen conocer la
composición de los revoques, de la capacidad de carga de los muros, la
cromaticidad de los paramentos exteriores y principalmente del devenir
histórico del edificio, datos indispensables a estudiar previamente al inicio
de las obras.
Las mismas
proseguirán velozmente con el impulso político del municipio y el apoyo
incondicional de una gran mayoría de pobladores de Mar del Sud que por primera
vez veían que se estaba realizando algo en la fachada del edificio luego de tanto
tiempo de penurias.
Desgraciadamente
esa carencia de formación profesional determinará finalmente. la destrucción, a
causa de una mala intervención, de la fachada principal del edificio,
perdiéndose así, definitivamente, los valores patrimoniales de la misma y
siendo reemplazados por una recreación histórica carente de significado.
Fueron así
reemplazados los revoques originales por nuevos ni siquiera respetando los
pliegues originales de la fachada, reemplazadas sus molduras por nuevas
premoldeadas y que no mantuvieron ni su diseño ni las proporciones originales,
fueron demolidos todos los modillones bajo sus cornisas con la excusa de su mal
estado y reemplazados por piezas nuevas
(el fuerte de la empresa de reciclaje), pero equivocando al ser colocados su
número, perdiéndose así 22 piezas de la fachada original. Fue reemplazada la
histórica cubierta de pizarra por una de chapa trapezoidal color, se equivocó
el número de balaustres de sus balcones, se demolieron todos los balcones del
edificio para ser reconstruidos y se perdieron en esa demolición todos los
parámetros de diseño y proporciones de los balcones, fue reemplazado el
histórico portón de acceso por uno nuevo que no condice ni con la tecnología
del original ni con su diseño ,fue colocado en su frontis el año de su
construcción, dato que ningún antecedente registra, dejando un sector del mismo
para colocar el de su finalización y hasta se desarmó y probablemente vendió su
escalera principal, único núcleo del edificio y de un valor patrimonial
incalculable.
Pese a las denuncias
efectuadas por particulares en diarios locales y nacionales, pedidos de
informes de las bancadas opositoras al gobierno municipal, denuncias ante la
Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires y organismos vinculados a
la preservación del patrimonio, las
obras prosiguieron con ritmos disímiles durante los años siguientes pero el
fallecimiento del responsable de las obras a mediados de 2016 y el reflejo de
lo que sucedía con el hotel expresado en las páginas de diarios nacionales detendrán por un tiempo las obras
a la espera de poder continuar con las mismas.
Pese a todo esto las mismas
continúan en la actualidad pero ya no en el exterior del edificio. Los errores
cometidos en la fachada principal han comprometido definitivamente las
laterales, únicos vestigios originales del hotel, ya que han determinado la
difícil disyuntiva para sus hacedores y el municipio, de cómo continuar con
estas: demoliéndolas para igualarlas a la mal ejecutada fachada principal o
rehaciendo la ya realizada.
Las intimaciones al “nuevo propietario”
acerca de que reemplace la cubierta de chapas trapezoidales color por pizarra,
tal cual estaba especificado en los papeles presentados, han abierto
discusiones entre este y el municipio como así también multas, de allí la
continuidad de las tareas en el interior del edificio, lo que no se ve, y que
fue vaciado por completo, perdiéndose así forjados centenarios de madera, pisos
de pinotea y demás que serán cruelmente comercializados en corralones de la
zona.
Como podemos observar, a la
demolición del contrafrente a inicios del 2012, se le sumó la destrucción de la
fachada principal del hotel, para llegar, en la actualidad, a un hotel vaciado
en todo su interior y con obras de las cuales, desde hace 4 años, se carece de
datos acerca de sus responsables. La inexistencia de cartel de obra alguno es un hecho grave que impide conocer la
existencia de matriculación profesional en sus responsables y cual es el
alcance del proyecto en cuestión.
El proyecto de recuperar el
hotel de Mar del Sud se ha convertido, al día de hoy, en una utopía y los
responsables de que ello haya ocurrido son desgraciadamente, demasiados y
poderosos.
Reflexiones.
La tragedia
ocurrida con el Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud ha generado gran
cansancio en la sociedad de General Alvarado. La ineficacia para hallar
soluciones al tema del hotel, hecho que acontece desde hace ya demasiado
tiempo, hace imposible determinar cuál será el futuro del edificio.
Este “cansancio”
lleva a la pérdida de empatía con el edificio al cual ya se ve como una ruina,
como algo perdido, como una carga, por lo que el saqueo de sus elementos, en
estos últimos tiempos, se torna habitual ante la indiferencia de la población y
de las autoridades.
En esa
conflictiva realidad que es Mar del Sud, localidad poblada por unos casi 600
habitantes, en donde la falta de trabajo y oportunidades fuera de la temporada
estival hace inviable cualquier proyecto, poco importa la realidad del
edificio. A esto hay que sumarle que las nuevas generaciones nunca vieron el
hotel en funciones, lo percibieron desde siempre como una mole clausurada,
ruinosa, a diferencia de los viejos pobladores, muchos de los cuales lo vieron
en su esplendor. De allí la percepción distinta entre unos y otros sobre la
realidad del edificio
Ahora bien,
¿interesará a los habitantes de Mar del Sud el patrimonio que significa el
hotel? Creo que sí, prueba de ello es que cada vez que ha habido movimiento
relacionado con las obras del hotel la gente apoya expectante su evolución.
Desgraciadamente los últimos ejemplos han sido enormes fracasos que han
desalentado a sus habitantes y a los amantes del edificio.
Quizás uno
de esos fracasos haya sido no poder transmitir los valores patrimoniales del
edificio y de la zona a los pobladores del lugar, con sus enormes posibilidades de explotación cultural
reflejada en barcos hundidos[1], restos
paleontológicos, que motivarán desde fines del siglo XIX la visita de
científicos renombrados[2], las
posibilidades de trabajo arqueológico que representa el viejo hotel de Mar del
Sud[3], la
historia de los pueblos originarios, la
producción agrícola y sus estancias , la historia de los Pampistas[4] y demás.
Realizar una
inversión en el hotel seguramente insumiría enormes cantidades de dinero, que
no podrían ser recuperados a corto plazo, haciendo inviable por ahora
cualquier proyecto. El proyecto del grupo
inversor involucraba la puesta en valor del hotel, un conjunto de viviendas y
un museo y buscaban el apoyo estatal, a través de créditos, para restaurar el
edificio histórico, pero también planteando la posibilidad de financiar las obras del hotel con un fideicomiso de viviendas. El proyecto
posterior, ya caído el grupo inversor, reducía sus aspiraciones concentrándose
sólo en el edificio histórico, pero la carencia de datos al respecto no permite
la evaluación del mismo.
Todos estos
fracasos no invalidan que el edificio
deba ser conservado, ya sea reciclándolo a nuevos usos, o manteniendo su
característica de hotel. Para ello es indispensable la realización de un
proyecto de intervención profesional que rescate sus valores patrimoniales o
quizás también encarar un proyecto que
deje al edifico parcialmente como una ruina, como un testimonio de un
pasado que permita entender sus características proyectuales, sus materiales,
sus proporciones y demás. El ejemplo del castillo de San Carlos en Concordia
debe ser un faro que muestre, en el caso de adoptar este camino, que es posible
realizar un excelente producto cultural a partir de un edificio saqueado, al
igual que ocurre con el hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud.
¿Hay
conciencia de la importancia del hotel como el mayor bien patrimonial de
General Alvarado y como uno de los únicos exponentes en pie de la arquitectura
de fines del siglo XIX para los centros de veraneo en el país?
La respuesta
a esta pregunta quizás sea afirmativa pero las vicisitudes sufridas obliguen a muchos a pensar que el mejor
destino del edificio sea la demolición. Lo increíble del caso es que el hotel
debe ser el edificio más publicitado de General Alvarado a partir de la
innumerable cantidad de programas de televisión, películas, notas periodísticas
en diarios y revistas nacionales y extranjeras, y el que seguramente debe ser
el edificio más fotografiado del Partido de General Alvarado. Esto ha llenando, por un lado, de orgullo a sus habitantes pero por otro los ha hundido también en una profunda desazón.
Desgraciadamente
el hotel ha perdido protagonismo ya que su ex poseedor lucha por ese lugar en
una competencia desigual donde con sus fantásticas historias busca ganar la pulseada. Quizás sea por todo esto que sea hora de cambiar el eje
de la discusión concentrándose principalmente en el edificio y no en lo demás.
Los deseos
de los habitantes de Mar del Sud por un mejor futuro, a partir del trabajo que
pudiese generar el edificio, ya sea con la necesidad de personal de servicio
que pudiese necesitar el hotel, de mantenimiento, de atención, o en los
beneficios que pudiesen generar los negocios del lugar, que se verían
enormemente favorecidos con su recuperación, choca con los proyectos
fantasiosos que ilusionaron con sus
promesas a sus habitantes, los cuales
son recibidos entusiastamente para luego, con la caída de ellos, sumir en
frustración a sus habitantes. De allí que sea difícil lograr el apoyo local el
cual es indispensable para alcanzar el
éxito de cualquier proyecto de rescate del hotel.
Es por todo
esto, que ante las continuas claudicaciones, y a lo erróneo de las tareas,
surgen frases comunes como que algo se está haciendo con el hotel, que nunca se
hizo nada y ahora sí, que es mejor que las obras sean un 50% fieles a lo que
era el hotel, que es mejor cualquier
obra a que se caiga el edificio y demás. Estas respuestas que nacen de la
claudicación y del pensar que mejor es hacer pero no importa el cómo, no
comprenden que con el mismo esfuerzo se pueden hacer las cosas bien y
correctamente. Así, con acciones erróneas se han perdido en unos pocos años
enormes valores patrimoniales del edificio como su fachada principal, su
contrafrente y todo su interior.
Muchas veces
también las opiniones al respecto del hotel son opiniones interesadas. ¿Qué
importancia puede tener, en primera instancia, la correcta restauración del edificio para el
que vende los materiales con el que actualmente se está haciendo el hotel?,
Obviamente buscará que se hagan obras y ante la disyuntiva del hacer no importa
tanto su fidelidad. ¿Qué importancia
puede tener para el abogado que defiende los intereses del dueño del hotel la
fidelidad y legalidad de las obras, donde no hay profesionales ni presentación
municipal alguna? Ninguna. Es por ello que se intentaron solicitudes de pedidos
de aviso de obra y no los permisos de obra ya que el primero no requiere de un
profesional habilitante, que extrañamente el hotel no tiene, pero sí la firma
del propietario. ¿Podemos creer entonces que las obras realizadas que
modificaron la fachada, reemplazaron su cubierta y demolieron el interior
estaban dentro de la órbita del aviso de obra? Seguramente no. ¿Qué
importancia puede tener correcta realización de las obras en un bien, de tamaño
valor patrimonial, para los familiares de los albañiles que trabajan en el
hotel para los cuales haber obtenido un trabajo ¿estable? es una bendición? o ¿Qué importancia puede
tener la correcta realización de las obras para los que defienden intereses
inmobiliarios ligados a la imagen que este proyectaría en un pueblo desolado?.
Nada de todo
esto hubiese sucedido si la presencia del estado hubiese existido: la del
gobierno municipal, principal responsable de hacer la vista gorda a lo
sucedido, no deteniendo el expolio del 2012; no controlando la venta de piezas
del hotel en corralones de Miramar; en no verificar la carencia de avales del
grupo inversor que iniciara el proyecto de puesta en valor; en dar un permiso
provisorio de obra pese al carácter precario del dominio; en avalar la
continuidad de las obras por personas carentes de profesión matriculada; en
aprobar obras sin permisos ni firmas autorizadas, etc..
Lo más
increíble del caso es que existen ordenanzas sancionadas por el gobierno
municipal que protegen al edificio, recordemos que es Monumento Histórico
Municipal por ordenanza 247 del año 1988 y que en su artículo 3º expresa: “Queda prohibida toda supresión o reforma que
pueda afectar su valor arquitectónico”. Asimismo en el año 2000 fue
sancionada el Código de Preservación Patrimonial del municipio bajo la
ordenanza 307 que ha sido un gran avance en la protección de los bienes
patrimoniales del municipio pero desgraciadamente no ha sido aplicada en este
caso por más que sus artículos protegen a los edificios de valor patrimonial,
ya sean privados o públicos, e inclusive a
los elementos componentes de los mismos estableciendo también penas a
los infractores a la ley. Por ejemplo, el Código de Preservación Patrimonial de
General Alvarado establece en su artículo 8º: que “se prohíbe toda acción sobre bienes declarados de interés patrimonial
que impliquen cualquier construcción, modificación, alteración, ampliación,
etc. salvo la autorización del municipio”
Desgraciadamente
muchas veces estas ordenanzas, que son de avanzada, son sancionadas por los
Consejos Deliberantes de los municipios dando enormes pasos hacia adelante en
relación a los temas vinculados a la preservación de bienes de valor
patrimonial, pero, y como hemos visto en este caso, no se aplican en lo más mínimo.
El silencio
de las autoridades marca claramente el desinterés de los mismos por estos
temas, como también la impericia manifiesta al no poder dar soluciones no comprendiendo que las
alteraciones a los bienes patrimoniales son irreversibles.
Es singular
también que ninguna autoridad haya renunciado,
por más que intenten por todos los medios posibles de desviar la
atención acerca de estos hechos ya que
de confrontar carecen de argumentos para
justificar lo actuado. De allí el silencio, ver qué pasa, ya que el tiempo
traerá soluciones o quizás profundice las desgracias.
Es claro que
en estos casos el patrimonio pasa a un
segundo plano, es un instrumento para otros negocios que bien planteados pueden
ser una llave para logar salvar a este tipo de edificios, pero cuando el
negocio prima sobre lo demás, es una
excusa. De allí que estos proyectos lleven como estandarte el nombre del bien,
el que da prestigio, interés, pero como en el caso del hotel haciendo eje en el
conjunto de viviendas que se planeaba construir, las verdaderas fuentes de
negocios y de ganancias.
Los
inversores buscan réditos inmediatos, pero la realidad pauperizada de la
localidad no permiten pensar a futuro cuando solo hay actividad económica
durante dos o a lo sumo tres meses al año. De allí que se especule con los
negocios a largo plazo, como una apuesta de riesgo a futuro y en donde entra un
nuevo protagonista: el control de las tierras, muchas de ellas sin dueños que
buscan ser presa fácil de la especulación y el poder.
¿Podemos pensar entonces que no hay solución a estos problemas? Quizás no los
haya en las actuales circunstancias, pero también es indispensable el
involucramiento municipal y provincial en el tema y que funcionen los controles
sobre las ordenanzas y legislaciones que existen pero no son cumplimentadas.
Hemos visto
que las soluciones privadas han fallado por la falta de controles, pero el
estado debiera aportar también lo suyo, ya sea desde el apoyo profesional a las
tareas con personal especializado que pudiese aportar ayuda para realizar las
obras, apoyo financiero, declarar al edificio Monumento Histórico Provincial y
frenar así el expolio de sus partes , pensar en exenciones impositivas, frenar
la venta de piezas y demás.
No cabe duda
ya que se intentó involucrar a la política nacional en el rescate del edificio,
lo atestiguan las distintas reuniones que los responsables del grupo inversor
publicitaban en sus páginas web ligadas al emprendimiento, como una manera de
dejar constancia de esos encuentros, convenciendo así a los incautos de la
seriedad del proyecto e involucrando, supiesen o no, a personalidades con poder
y prestigio en las mismas.
La caída del
grupo fue silenciosa, como una implosión, pero que de ser más audibles sus ecos
hubiesen salpicado a demasiados: ¿Por qué no se ejecutó, una vez desmantelado
el contrafrente del edificio, la
herencia vacante que pesaba sobre el edificio? , ¿Con que dinero se levantó esa
herencia vacante? ¿Con el de las ventas de las puertas, ventana, pisos y demás
del saqueo?, ¿Por qué no se juzgaron a sus responsables? Claro, no los había,
eran inexistentes, un fideicomiso fantasma y un propietario con un dominio
irregular.
Hoy en día
la situación se ha desmadrado. Las puertas, ventanas y demás se venden
libremente en Mar del Sud y Miramar o se ubican tristemente en casas, campos, y
eso ya a nadie le importa.
Se ha claudicado, se han perdido las esperanzas incentivando el saqueo de un edificio que actualmente es una ruina. Quizás el objetivo haya sido, desde siempre, que el tiempo destruyera al edificio, lo dañara en su interior para así hacer lo que se les antojara tal cual buscaba el proyecto del grupo inversor. De allí que ni siquiera fuese terminada su cubierta, por más de un año, y permitiese que ingresara, ante cada lluvia caída, enorme cantidad de agua dañando todo su interior. Es posible también que se apostase a que el edificio cayera definitivamente bajo la piqueta y pudiese ser utilizado así lo que tiene valor: la tierra, en la mejor ubicación de la localidad y a pocos metros de la playa.
Palabras
finales.
El Partido
de General Alvarado ha perdido así una gran oportunidad ligada a la existencia
del hotel, posibilidades que de haberse concretado hubiesen dado otra
actualidad al Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud, a saber:
1.-Desde
1996 se hicieron pedidos para declarar al edificio Monumento Histórico Provincial,
pero los problemas ligados a su dominio hicieron imposible tal declaratoria.[5].
2.-Al no
funcionar los controles y ante la carencia de conocimientos de las autoridades
para entender el valor patrimonial del edificio, se perdió la oportunidad de
apuntalar la presentación del grupo inversor adecuándola a reglamentaciones
vigentes, frenando su demolición y expolio y al contralor que implica adecuar
estos proyectos a las cartas internacionales que regulan la actividad
profesional referida a la preservación de los edificios patrimoniales.
3.- La
continuidad de las obras por personas carentes de formación profesional fue un
despropósito que pudo ser evitado (si las reglamentaciones hubiesen sido
aplicadas) y realizados los controles
pertinentes, tanto en la presentación municipal como en los colegios
profesionales correspondientes. Se hubiese salvado así, con una correcta
dirección de obra y aplicando el mismo esfuerzo económico de los que la
realizaron, la fachada principal del edificio.
4.- A estas
alturas el conocimiento que se tiene del Hotel de Mar del Sud es amplio entre
historiadores y especialistas vinculados a la preservación del patrimonio,
hecho reflejado en publicaciones varias sobre el hotel. La presentación del
tomo II, referido al período 1880-1920 del libro Patrimonio Arquitectónico
Argentino de los arquitectos Alberto Petrina y Sergio López Martínez ,es una
muestra de estas pérdidas de oportunidades ya que fue seleccionado como posible
obra a ser publicada, única del Partido de General Alvarado, pero su estado y
lo sucedido con su desguace imposibilitaron su publicación.
5.- La no
ejecución del pedido de herencia vacante existente, con posterioridad al desguace del 2012, fue
un error en el que también fue cómplice la justicia que nuevamente aceptó los
pedidos del “propietario” perdiéndose así la oportunidad que el bien pasara a
la Provincia de Buenos Aires. Este hecho debió apuntalarse con la denuncia al
propietario por ser el responsable material del desguace y que lucrará con la
venta de sus piezas y elementos patrimoniales.
6.- Se
perdió la oportunidad histórica de estudiar en profundidad al edificio, conocer
sus características constructivas, estructurales, el haber podido realizar
estudios arqueológicos del que es uno de los más antiguos edificios del Partido
de General Alvarado y un muestrario de las formas de construir de fines del
siglo XIX y de las tecnologías utilizadas a tal fin.
7.- Al no
detener el desguace se dio vía libre a
la comercialización de elementos de enorme valor patrimonial, perdiendo así el
edificio y General Alvarado un patrimonio único e irrepetible.
8.- La no
valorización del edificio y sus historias olvidan dar importancia al recuerdo
del hechos como la estadía de los Pampistas en el hotel, inmigrantes judíos
rusos que pasaran por Mar del Sud entre enero y marzo de 1892 previo a su
radicación en las colonias de Entre Ríos y que se transformarán en los célebres
gauchos judíos descriptos por Alberto Gerchunoff. La sola mención del joven
Enrique Dickmann, viajero del barco y que llegara a ser diputado por el
socialismo, enuncia la importancia del pasaje y entre los cuales también cabe
mencionar a la madre de Paloma Efron
(Blackie), de Samuel y Manuel Eichelbaum, el abuelo de César Milstein, Alicia
Steinberg y demás. Mar del Sud ha sido desde siempre, lugar de peregrinaje de
los descendientes de Pampistas quienes han hecho, en las visitas al hotel, un
viaje al pasado de sus propias familias.
9.- El no
haber aceptado la ayuda de profesionales quienes ofrecieran sus servicios para
ayudar al municipio a encontrar caminos para salvar al hotel, hecho que
seguramente se hubiese hecho extensivo a pobladores, historiadores, arquitectos
locales, artesanos, etc., que hubiesen hecho su aporte a partir de sus propios
conocimientos. Este ofrecimiento de colaborar en la salvaguarda del edificio
fue propuesto a las autoridades, al igual que otros pedidos efectuados por
profesionales en relación a las especies arbóreas de sus patios, pero nunca aceptados por el Gobierno Municipal.
Toda esta
falta de visión ha contribuido a la pérdida de enormes posibilidades culturales
que de haber sido explotadas hubiesen permitido no sólo dar visibilidad a Mar
del Sud y a General Alvarado, si no también dar posibilidades de trabajo reales
a sus pobladores. Todo esto muestra el fracaso de lo actuado y que la pérdida
de muchos bienes de valor patrimonial tiene como principal responsable al
propio ser humano, y no al paso inevitable del tiempo o a la acción de la
naturaleza, ya sea a través de la acción del agua o de los propios organismos
vegetales y animales. Dentro de este grupo, los gobiernos son actores
principales con sus erróneas decisiones y omisiones y que en el caso del hotel han determinado su
destrucción completa, hechos que son posibles de revertir generando conciencia
acerca del valor de los bienes
patrimoniales y de las posibilidades de actuar sobre ellos. Por supuesto no
todo edificio es plausible de su intervención, hay que ser consciente de la
imposibilidad de actuar sobre cada uno de ellos, pero también es imprescindible
que los gobiernos puedan realizar esfuerzos tendientes a catalogar e
inventariar los bienes de sus propias comunidades para así poder encarar
acciones de salvaguarda y protección, ya sea desde su investigación, estudio, o
de la acción directa sobre ellos.
La Provincia
de Buenos Aires cuenta con muchos edificios similares al hotel, edificios
escondidos, poco conocidos y que poseen un enorme valor patrimonial, edificios
de carácter privado que quedan en realidad desprotegidos, pese a la resguardo
legal que puedan poseer, y que carecen
de posibilidades de sobrevivir al paso del tiempo y de la acción humana. Pese a
eso no debemos caer en el facilismo que implica pensar en el edificio que no
fue o que pudo ser y pensar, de aquí en adelante, en qué hacer con todo este
patrimonio común. Lo que si queda claro, a estas alturas, es que dar a conocer
lo sucedido con el Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud debe servir de
ejemplo para que estos hechos jamás se vuelvan a repetir.
Archivo P. Grigera |
Este trabajo fue presentado, defendido y debatido en el XVI Congreso de Historia de los Pueblos de la Provincia de Buenos Aires, realizado en la Ciudad de Dolores los días 27 y 28 de abril de 2017.
[1] Las playas al sur de Mar del Sud son
receptoras desde hace tiempo de restos de porcelana de la firma Spode, lo cual
presupone un naufragio cercano datado a mediados del siglo XIX.
[2]
Desde fines del siglo XIX numerosos
científicos han recorrido la zona, como Florentino Ameghino buscando restos
fósiles los cuales son muy habituales de encontrar en las cercanías de la
localidad.
[3] Mar
del Sud fue fundada a principios de 1889 como un proyecto urbanístico al norte
del arroyo La Carolina. Para que el proyecto fuese viable la sociedad anónima
responsable del emprendimiento erigió un hotel para recibir a los veraneantes.
Su vida fue efímera y fue cubierto por la arena. En 2010 Laureano Clavero logró ubicar su emplazamiento el
cual permanecía oculto desde la década del 30’.
[4]
Los primeros huéspedes del hotel
fueron un grupo de inmigrantes judíos rusos llegados al país en diciembre de
1891, quienes permanecerán en forma temporaria en el hotel entre enero y marzo
de 1892 Estos viajeros serán luego la
génesis de las colonias judías entrerrianas.
[5] Realmente
son muy pocos los Monumentos Provinciales de carácter privado debido a la
posibilidad de conflictos que se pudiesen producir entre los propietarios y el
estado por lo que se trata de evitar esas declaratorias reservándolas a casos excepcionales.
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