Desde hace dos años
vengo denunciando la falta de rigurosidad en las obras de la fachada del Hotel. La carencia de estudios previos que
permitan determinar las patologías constructivas de la misma, el entender la
composición de los revoques para poder así intervenir en los existentes, la
falta de estudios sobre los pigmentos de los paramentos exteriores y que
permitirían conocer la cromaticidad original del edificio, la falta de estudio
de las condiciones de adherencia de los sustratos, el desconocimiento del
devenir histórico del edificio y demás, básicos a la hora de realizar un
proyecto de intervención patrimonial e intervenir en un bien de tanta valía.
Desgraciadamente, en
el caso del hotel, nada de esto se ha realizado y su fachada comienza a
mostrar, en los errores de su factura, las consecuencias de la carencia de esos
trabajos que debieron ser realizados, previamente al inicio de las obras.
1.-Revoques que han
sido demolidos en vez de consolidados.
2.-Reemplazo de la
cubierta de pizarra original por una de chapa acanalada color.
3.-La colocación de
menor cantidad de balaustres en sus balcones denotando el nulo estudio del
material fotográfico existente y que nos muestra el devenir del edificio en el
tiempo,
4.-Un frontis al que
se le ha agregado el número de año de construcción del hotel dejando el espacio
libre para colocar el de terminación, cosa que nunca ha existido.
5.-El reemplazo de su
portón de acceso por otro nuevo que no respeta ni proporciones ni diseño del
original.
Todo esto da una idea
de lo poco rigurosos de los trabajos. Claro, para el ojo poco entrenado, las
obras muestran un cambio abismal entre el ayer del edificio y el hoy, en
modillones de buena factura, en detalles en algunas de sus molduras que
respetan su historia y que inducen a pensar en la buena hechura del trabajo
realizado. Pero: ¿Cómo aceptar los enormes errores realizados cuando con una
buena dirección profesional, esto no se hubiese producido?
Desde hace tiempo se
ha solicitado a las autoridades que controlen las obras, es el mayor bien
patrimonial del partido y las decisiones de cómo realizar el trabajo no pueden
quedar solamente en mano de sus hacedores actuales y más cuando carecen de la
formación profesional necesaria.
Hemos perdido una
oportunidad histórica de recrear el edificio, de mostrar sus tecnologías y
aprender de ellas, de percibir la pátina del
tiempo en sus muros y no, como seguramente ocurrirá, ver una fachada
nueva como si hubiese sido construida ayer.
¿Qué conocimientos
tienen sus hacedores sobre como intervenir obras de valor patrimonial? ¿Qué
conocimientos tienen acerca de las cartas internacionales que regulan la
actividad profesional y que guían cualquier intervención patrimonial? ¿Por qué
no hay arquitectos especializados en el tema y sólo artesanos calificados
dirigiendo las obras?
Todas estas preguntas
carecen de respuestas a más de dos años de iniciadas las obras.
En estos últimos días
vemos con estupor que los errores continúan. Errores que de haber existido
estudios previos o registros profesionales hubiesen sido evitados. Se han reducido
la cantidad de modillones bajo sus cornisas, hecho incomprensible por lo burdo.
Cada tramo lateral de la fachada principal repetía aburridamente un ritmo en
sus modillones: 2+5+2+5+2+5+2+5+2, mientras que en el tramo central se variaba
a 3+2+3+2+3+2+3+2+3. Es decir, siempre hubo 30 modillones por tramo
lateral de fachada principal.
Hoy, y sin que a nadie se le haya movido
un pelo, observamos con estupor que hay un nuevo ritmo en Mar del Sud, el 2x3,
ya que ahora la fachada lateral derecha presenta 2+3+2+3+2+3+2+3+2 es decir se redujo la cantidad de modillones
a 22. Claro que si entendiésemos que las tareas no están aún terminadas podríamos suponer que finalmente tuviesen un
ritmo de 2x7, al agregarse cuatro más intercalados a los existentes, y el
número de modillones crecería a…..38. Cualquier alternativa nos muestra lo absurdo
de los trabajos realizados ya que ni siquiera, sus hacedores, pueden acertar en
el número correcto de piezas.
También esa falta de
rigurosidad en las tareas se puede percibir en las molduras premoldeadas
agregadas a sus cornisas que en nada condicen con las originales y que hubiesen
sido fácilmente copiadas, las cuales fueron pegadas a ellas así como también se
ha aumentando la distancia entre los modillones y la terminación de la moldura.
Quizás haya que
comprender que al demoler la totalidad de los revoques no se tenga parámetro de
cómo era la fachada, de la distancia entre modillones, de su cantidad, o del
espesor de la moldura. Pero estos argumentos carecen de peso si consideramos
que las fachadas laterales mantienen los mismos criterios compositivos los
cuales pudieron ser copiados o recurrido al abundante material fotográfico
existente, al que seguramente obviaron consultar.
¿De qué labor
artesanal me hablan con tantos errores
concentrados en sólo una fachada?
¿Se pueden cometer
errores tan básicos?
Desgraciadamente
todavía hay gente que defiende la calidad de las obras, los entiendo, así como
entiendo a muchos interesados que aplaudieron al grupo anterior, y al increíble
proyecto que estos proponían, y que escaparon denunciados por estafa. Son los
mismos que apoyaron al antiguo poseedor del edificio diluyendo, en sonrisas
cómplices, su responsabilidad en los hechos acaecidos a partir del 2012.
Sigan aplaudiendo
señores, el edificio está quedando bellísimo, no hay cartel de obra,
profesionales, y hasta el intendente
actual apoya lo actuado, olvidando que durante la gestión de su propia facción
política les vaciaron un edificio entero, Patrimonio de General Alvarado, al
que inclusive su propio mentor, propuso como Monumento Histórico Provincial.
El Hotel, señores,
hace rato es un recuerdo.
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