Uno de los mayores e inexplicables errores cometidos en las obras de
restauración del Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud ha sido el reemplazo
de las molduras originales, del frente de las cornisas del edificio, por premoldeados que
ni siquiera imitan el diseño de los originales.
Comprender cuál fue la línea de pensamiento que llevó a sus hacedores
a realizar tamaño hecho, es imposible. Existían en todo el frente del
edificio molduras que hubiesen podido ser restauradas. Desgraciadamente sus hacedores optaron por su demolición reemplazándolas por molduras
premoldeadas que, ante el ojo no preparado, lucen armoniosamente pero son una
claro despropósito. El nulo respeto por el edificio queda reflejado también en
el engrosamiento de la cornisa del edificio, que ni siquiera respetó sus
medidas originales, perfectamente observable al relacionarlas con las
dimensiones de los modillones.
Archivo P. Grigera |
Foto. L. Olivieri. |
Pero estos hechos no han sido aislados, han sido una forma de encarar
los trabajos por parte de sus hacedores quienes ya hemos visto no sólo han
descartado revoques originales, pizarras de su cubierta, equivocado el número
de modillones y balaustres, entre otros despropósitos, sino que también han hecho lo
propio con las molduras de terminación de las cargas del edificio, demolidas
inexplicablemente, y reemplazadas, también, por piezas premoldeadas.
Nuevamente, a la vista, lucen prolijas, como si hubiesen sido hechas ayer por
sus constructores originales, pero la realidad es que son una recreación fantasiosa. Estos hechos, que esconden una manera de actuar totalmente alejada
de los criterios de intervención profesional establecidos por las Cartas
Internacionales que regulan la actividad, debieron ser evitados.
Archivo P. Grigera |
Desgraciadamente, a estas alturas, los innumerables errores materializados
en relación a la intervención, hacen que los mismos sean IRREVERSIBLES. General
Alvarado ha perdido para siempre la fachada principal de su edificio más emblemático por
la negligencia, falta de profesionalismo y soberbia de sus hacedores.Pero no
hay que dejar de olvidar que nada de esto hubiese sido posible sin la connivencia de un Gobierno Municipal que
permitió y avaló este desastre, recordando que la ordenanza municipal 307/00 en su artículo 8º “prohíbe toda acción a emprender sobre bienes
declarados de interés patrimonial que
implique cualquier construcción, modificación/alteración, ampliación,
conservación, restauración, refuncionalización, cambio de uso o de los mismos, salvo autorización del municipio”.
Ahora, a aguantar las consecuencias.
Ahora, a aguantar las consecuencias.